Cuando se roza diario vida y muerte, conscientes de los minutos que habitan nuestras entrañas, surgen altibajos que nos llevan a abismos,
Limadura de Silencios, es vida y muerte, pero sobre todo conciencia.
Miedo a despertar, terror a los recuerdos, olor a rincones, pasos a lo desconocido, a lo incomprensible.
Limar silencios significa habitar podredumbre, están tan inmersos en una soledad, que ella no cabe ni palabras.
Quien se acerca a la muerte desde hospitales, respiradores artificiales, ambientes densos y palabras sin sentido, vive profundamente esos largos y eternos encuentros, adquiere, no sabe de dónde, fe y rezo que se convierte en génesis de días cuando, sin esperarlo, saltan imágenes de lo vivido.
Uno ya no es el mismo. Cambiar todo, abruptamente, es el sino.
En limadura de Silencios planteó un reencuentro. Algunas palabras se buscaron, no los sentimientos. Odio y amor fueron mis pulsaciones; la fe, jamás fue destruida, ni siquiera por el dolor, menos por los silencios.
Malke Tartakovski