Pocas personas como Malke Tartakovski para captar, con toda su intensidad ese laboratorio profundamente humano que incluye a Tepito y La Lagunilla.
Se requiere de una sensibiildad muy especial para adentrarse en el alma recóndita del barrio, en su lenhuaje diferente y sugerente, en sus hechos y sucedidos. Nuestra escritora lo realiza mojando la pluma de su inteligencia en el tinetero del corazón; y lo logra.
De los humildes se escribe mucho y se hace poco; sin embargo, libros como el presente orillan al lector a adentrarse por un momento, en forma vívida y colorida en ese llamdo submundo, para entenderlo mejor y, por qué no, quizás servirlo mejor.
Doble labor pues, la de la señora Tartakovski; a traves de sus escritos conocemos un universo de calor y de carencias y, al mismo tiempo nos concientiza un problema social inherente a cualquier urbe en este atribulado planeta.
Que bueno que Tepito y La Lagunilla tienen su vocero estético, su madrina literaria,, su hada de dimes, dichos y diretes.
Si Malke aún no tiene una calle que perpetua su nombre, al menos tiene -y con toda razón- grabada en el alma tepito-lagunillense, la expresión de agradecimiento de sus habitantes.
Yo, por mi parte, desde aquí, la entronizo como "Protectora Inmaculada del Quehacer Verbal de Ambos Barrios" ¿Por qué no?
Eduardo Luis Feher
Presidente de la Academia Mexicana de Literatura del Instituto Mexicano de Cultura